Oda al corazón vacío
Oh, corazón deshabitado,
eco frío de antiguos latidos,
donde el amor ya no siembra
ni florecen los suspiros.
¿Por qué tiemblas ante el gesto
que en otros enciende abrigo?
¿Por qué un abrazo sincero
te pesa como castigo?
No es el brazo que se extiende,
ni la piel que te acaricia,
es el hueco que llevas dentro
lo que convierte en herida
la ternura compartida.
Fuiste templo, fuiste canto,
pero ahora, alma dormida,
te escondes tras muros altos,
por temor a la vida.
El abrazo no es cadena,
ni la caricia es prisión,
pero en ti, todo se torna
en sombra y negación.
Vuelve a abrir tus ventanas,
deja entrar la luz, el día.
Que no hay mayor soledad
que la del alma vacía.
©️Josefina Arévalo
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